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Última llamada – Last Call

¿Qué es lo que hace que tu tiempo se pare?

¿Qué es lo que hace que el resto del mundo se vuelva invisible?

Quizá es algo que has olvidado, quizá es algo en lo que nunca has pensado de esa forma… quizá… pero de algo estoy seguro…. Hay algo y es muy grande.

 

Te contaré una historia trepidante que te ayudará entenderlo y a encontrarlo.

Son las 11:00 a.m. y me encuentro sentado plácidamente en un cómodo asiento de la terminal del aeropuerto de Stansted al norte de Londres. He pasado todos los controles de seguridad. Por delante 2 horas y 15 minutos hasta que el avión despegue. Sólo esperar. Termino de comer uno de esos sándwiches frescos que tanto me gustan. Entonces siento la necesidad de escribir. No me cuesta nada. Me resulta sencillo. Me resulta gratificante. Me resulta relajante.

Comienzo a romper a escribir hasta que las buenas ideas comienzan a aparecer y lo relajante se convierte en excitación. Una hoja… otra hoja… otras más… quizá ya hayan pasado 15 minutos… pero nunca más de 20 minutos.

Estoy tan a gusto escribiendo y han debido pasar tan pocos minutos que me resulta hasta molesto tener que revisar la pantalla de las salidas. De algún modo supero esa incomodidad y compruebo la actualización de las pantallas de salidas…

Un texto en color rojo sobresale por encima de toda la información: ¡¡¡”Last Call”!!!

¡¡¡¿Qué?!!!

¡¡¡¿Último aviso?!!!

Doy un salto. Meto mis pertenencias en la mochila de mano de manera brusca…

Quiero pensar, quiero preguntarme ¿qué está pasando? Pero la intuición me dice “ya habrá tiempo para ello”

A duras penas alcanzo a ver el número de la puerta de embarque… la número 30 es la mía.

Sólo la veo una vez, no hay tiempo que perder… ¡quedan 20 minutos para el despegue!

Salgo corriendo… en la carrera dudo del número de puerta, pero es demasiado tarde hasta para dudar.

Por si fuera poco, más allá de una multitud veo cerrarse las puertas del tren particular del aeropuerto que me debe llevar a otra puerta de embarque y de ahí al avión.

LAST CALL. Última llamada decía la pantalla….

Me pregunto ¿Cuánto dura ese “last call”?

– ¿Cuánto tiempo lleva anunciado ese “last call”?

– ¿Hay alguna otra advertencia después de un “last call”?

– ¿Esperan unos minutos de gracia cuando se cumple el “last call”?

-¿Era ese mi último tren, justo el que acabo de perder? ¿Cada cuánto vienen uno nuevo?

 

5 minutos indica una pantalla digital, para la llegada del próximo tren. 5 minutos pueden parecer poco, salvo cuando es el “last call” y esos 5 minutos pueden ser el 50% del tiempo que te queda.

4 minutos… escribo un mensaje a mi mujer para decirle que “estoy de los nervios, ¡no se si llego al avión!”

Siento un volcán en mi interior imposible de apagar.

3 minutos… “sigo esperando desesperadamente a que llegue el maldito tren”

2… ¿Cómo me ha podido pasar? Me pregunto. Odio ver cuando la gente llega tarde a un avión y todo el mundo tiene que esperar.

1… pone 1 minuto.

 

Al fin llega… ¿Cuánto tiempo me llevará? ¿Cuál de las paradas será la mía? ¿la primera parada, la segunda..? Estoy de los nervios… 15 minutos para el despegue.

Llega el tren. Se abren las puertas. Subo. Se cierran las puertas… Al fin arranca… Pasa un tiempo indefinido y el tren se para en la primera parada… Un cartel indica “puertas de la 1 a la 19”

¿Dónde estará la puerta 30? Tendré que aguantar la respiración una parada más, la próxima será… o eso espero.

El tren se ha vaciado al 99%… quedamos 4 personas para la siguiente parada. Normal, la gente de mi puerta hace tiempo que están en el avión… “grrrrr”. Las puertas se vuelven a cerrar. De nuevo arranca el tren. ¡Vamos! ¡Más deprisa!

Voy a perder el avión ¿qué voy a hacer? ¿Ir a otro aeropuerto a coger el primer vuelo? No será fácil, ya es por la tarde… y me obligaría a coger taxi, metro, tren… Bufff, no quiero ni pensar en esa aventura.

Siguiente parada. Esta sí es la mía.

¿A qué distancia estará la puerta de embarque? ¿cómo serán los pasillos?

De repente soy consciente de que debo correr… y mucho. Podría batir al mismísimo Karl Lewis o a Ben Johnson. Siento el poder extra de la adrenalina. La misma que ha posibilitado a algunas personas poder levantar un coche en situaciones extremas…

Se abre la puerta del tren y suena el disparo. ¡Bang!

Salgo corriendo. Buenas noticias para correr, pasillos vacíos. Nadie a la vista. Malas noticias para mí, si no hay nadie, mal asunto…

Subo una planta saltando las escaleras metálicas de 3 en 3. ¿Por qué pusieron tan alta esta planta?

Llego al nivel de planta y…¡nooo! ¡Otra planta más!

Ya ni pienso. Sólo corro. Al fin llego a la planta superior.

Delante de mi uno de esos pasillos kilométricos lleno de números que indican la puerta de embarque. En la carrera me da la impresión de haber adelantado a un avión que circula en paralelo en mi misma dirección.

¡Puerta 30! Ya la veo. Allí es…

En la enorme distancia veo a 2 personas que permanecen junto a la puerta de embarque. Nadie en los pasillos, ni en ninguna otra puerta… nadie en la puerta 30 salvo dos personas de la aerolínea.

Según me acerco volando, no soy capaz de leer lo que dicen sus rostros…

No soy capaz de interpretar sus rostros… o quizá es que no quiero percibir un “lo sentimos, pero es demasiado tarde”.

Al fin llego.

 -ID card, please.– Me piden el DNI.

¿Es eso un sí? me pregunto… qué más da, “¡dáselo ya!” me digo.

Se lo doy y escucho un “Thank you”

¿Si paso este punto quiere decir que estoy dentro?… ni idea.

Otro pasillo… otra escalera que ahora es hacia abajo… una sala con una selva de cintas para ordenar la cola de embarque… pero estoy sólo, no hay nadie… doy la primera vuelta siguiendo la trayectoria que indican las cintas… pero decido atravesarlas por debajo de ellas.

Al fin salgo al exterior… delante de mí, un avión con las escaleras puestas. Aún hay algunas personas entrando… ¡ufff¡, he llegado….

¡¡¡¡¿o no?!!!

En el exterior del avión una pegatina en la zona de cabina hace referencia a una ciudad de… Polonia… ¿es posible? ¿cómo de normal es esto? Si que sé que es habitual… pero después de todo ¿es este mi avión? ¿no hay ningún otro cartel a mi alrededor? No, no lo hay.

Antes de volver a respirar y con mis últimos mililitros de aire en mis pulmones alcanzo a preguntar a la última persona de la cola en un angustioso inglés:

  -“Disculpe, ¿dónde se dirige este avión?-

… Y entonces le escucho pronunciar a su manera, a esta persona de otro país, la que en ese momento es la palabra más bonita del mundo… mi ciudad de destino… Zaragoza.

LAST CALL – Última llamada ¿Cuál es tu última llamada? O mejor dicho ¿Cuál es tu llamada?

¿Qué es lo que te hace sentir que el mundo desaparece y te atrapa?

¿Qué es lo que absorbe tu alma pero que a su vez te llena de energía?

¿Cuál es tu llamada? Aquella que, si no hicieras otra cosa, hubiera valido la pena este viaje.

ESCRIBIR. Eso es.

Escribir es mi LLAMADA. Esa es la llamada que me hace perder la percepción del tiempo y del espacio, y la conexión con el resto del mundo.

¿Cuál es tu llamada…? y a propósito ¿cuándo exactamente vas a volver a conectar con ella?

Estoy a ¿10.000 pies de altura? escribiendo sobre mi “calling”, sobre mi llamada. Durante la aceleración y despegue no pude parar de escribir, mientras la persona de al lado me mira sorprendida con ojos de incredulidad… ¡con lo que me gusta mirar por la ventana de un avión!… pero no lo puedo evitar. Esa es mi llamada ¿cuál es la tuya?

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