¿sabes? Hasta no hace mucho tiempo pensaba que la innovación seguía un proceso lógico.
De hecho, pensaba que todo avance es siempre el resultado de un pensamiento lineal.
Pero después de escuchar esta hermosa historia, te puedo asegurar que también te darás cuenta de que casi nunca es así. Es de las más bonitas que he escuchado últimamente.
Esta, es la sorprendente historia del espejo retrovisor de los coches.
Fue inventado hace más de 100 años por el ingeniero y piloto de carreras Ray Harroun.
Ray soñaba con participar en la primera carrera de Indianápolis 500 en 1911.
Para ello diseñó su propio coche de carreras.
Aquellos, eran esos preciosos bólidos con dos asientos: uno para el conductor y otro para el mecánico.
Las funciones del mecánico eran 2: arreglar las averías y decirle al piloto dónde se encontraban los otros vehículos para evitar accidentes.
Y aquí es donde comienza a nacer la innovación.
El coche de Ray sería un monoplaza. Decidió que no necesitaría un mecánico porque tenía claro que su coche no se rompería.
Al fin y al cabo, si no podía arreglar su coche, iría en su perjuicio.
En cambio, no podría saber donde se encontrarían los otros coches, por lo que el resto de pilotos se quejaron en nombre de la seguridad.
Sin los ojos de un mecánico sería un peligro para los demás.
Y aquí es donde la innovación de Ray daría un paso determinante.
Fue tan convincente que nadie se quejó más. Decidió colocar un gran espejo sobre el volante. Así que ya podría ver lo que pasaba por detrás.
Y comenzó la carrera.
Su velocidad no fue la más rápida.
La velocidad de muchos competidores fue mayor, pero eso les llevó a tener un mayor desgaste en sus ruedas, así que tuvieron que parar a cambiarlas muchas veces.
Ahí es donde los rivales perdieron el tiempo. En 1911 cambiar aquellas ruedas llevaba su tiempo.
Ray ganó la primera Indy 500, sin mecánico y con el primer espejo retrovisor. De repente, todo el mundo quería otro espejo “ver sin girar”, como comenzaron a llamarlo.
Años después, tras su retirada como piloto de carreras, Ray reconoció que el espejo no le sirvió de nada en aquella carrera. El pavimento era de adoquines, por lo que las vibraciones en el retrovisor eran tales que no pudo ver nada durante la carrera.
El espejo retrovisor del que hoy disponemos nació como una estrategia para poder correr sin mecánico, no como una necesidad para ver lo que sucedía por detrás.
Fue inventado para sortear las reglas. Una excusa. Y hoy en día es empleado como elemento básico de seguridad vial en todos los vehículos.
Sin embargo, aquella excusa se convertiría en innovación. Y lo gracioso es que ni siquiera llegó a servir como se esperaba.
Como dijo Picasso: “Cuando llegue la inspiración que me encuentre trabajando”
… a Ray la creatividad le pilló pensando como correr sin mecánico para así poder ganar.
La creatividad se basó en engañar. Aquel espejo que ni siquiera sirvió para su cometido.
Después, llegaría la Innovación y su uso se popularizó.
Por eso creo que la innovación es el accidente de la creatividad… lo que no deja de sorprenderme es que innovación y creatividad suelen llevan caminos distintos.
Pero si hay una regla más habitual es que la Creatividad es primero… la Innovación llega después.
Ese es el proceso.
Lo mejor, siempre está por llegar. Y esta historia lo demuestra. Se llama Innovación.
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