–¿Cómo ha podido cambiar tanto en tan poco tiempo? No parece la misma persona. De repente derrocha seguridad, irradia confianza, luce motivación, estimulación… ¿qué has hecho con él?
–Bueno… supongo que vi algo que ni el mismo veía en sí mismo. Hace tiempo aprendí que si le das a alguien algo bueno o grande a lo que aspirar, por lo general acabarán estando a la altura. De hecho, con frecuencia, incluso superarán las expectativas.
–Uhm! Parece que tiene sentido. Pero parece demasiado bueno como para ser verdad ¿Es así de fácil?
(…)
¿Sabes lo que Winston Churchill decía al respecto? Decía:
“He descubierto que la mejor manera de hacer que alguien adquiera una virtud, es atribuírsela”
DAR A OTROS UNA REPUTACIÓN POR LA QUE LUCHAR
Una de las mejores maneras de estimular a los demás y hacer que se sientan bien consigo mismos es mostrarles quiénes podrían ser.
Cuando le da a alguien una reputación que defender, le das algo bueno hacia lo que trabajar. Es poner algo en sus manos, algo que parecía estar más allá de su alcance. Algo con lo que ni soñaban porque no existía en su cabeza. Cuando abonamos en el orgullo de las personas, florece lo mejor de ellas. Su potencial crece.
Desde el mismo instante en el que alguien a quien respetamos nos otorga un atributo con el que no contábamos, las personas podemos ir más lejos de lo que pensábamos.
Es incuestionable la existencia de una relación directa entre la reputación que una persona percibe que ponemos en ella y los resultados que obtendrá. Nuestros resultados dependen de nuestro s trabajo, pero nuestro trabajo depende en cierta medida de la reputación que pensamos que nos otorgan quienes nos encargan el trabajo. Regala reputación para que se hagan poseedores de ella y conseguiréis el mejor trabajo.
Creo que las personas somos capaces de alcanzar un determinado éxito sin ser particularmente especiales y sin importar nuestro pasado. Simplemente atribuir esa cualidad que tienen y no ven, o que podrían desarrollar con algo más de confianza puede ser el detonante de resultados totalmente distintos. Y si eres capaz de reforzar esa cualidad con algún ejemplo pasado, el éxito estará asegurado.
Muchas personas han hecho cosas increíbles, o simplemente cosas que poco antes les parecían fuera de su alcance. Simplemente sucedió porque alguien les demostró su confianza, atribuyéndoles cualidades que no pensaban poseer.
Así que, si esto es cierto ¿por qué no atribuir a una persona la virtud que le permitirá tener su mejor resultado? No hay nada que perder y mucho que ganar.
Cuando atribuimos a una persona una virtud, multiplicamos su potencial, obtenemos una gran respuesta y mejoramos su rendimiento.
En cierto modo, a las personas nos pasa como al elefante Dumbo. Éste podía volar gracias a sus orejas. Sin embargo, no creía en sus posibilidades, así que otorgaba tal capacidad a una pluma que sostenía con su trompa. A las personas nos ocurre algo parecido. No nos damos cuenta de que también podemos “volar”. Pensamos que se necesitan capacidades o situaciones específicas. Pensamos que mejores resultados sólo podrían ser alcanzados teniendo lo que no tenemos. Pensamos como Dumbo. Sin considerar nuestras habilidades y otorgando tal proeza a agentes externos. Pero en estos casos, sólo parece haber un camino directo. Es el otorgamiento de una cualidad, habilidad o reputación. Aquello que en el fondo implica confianza.
No nos damos cuenta de que el poder reside en nosotros. A veces tan delante de nosotros que es esa excesiva cercanía la que no nos permite verlo. Necesitamos tener aquello que pensamos que es la clave. Pero la clave reside en nosotros.
En cuanto tengas la oportunidad, atribuye a otra persona una cualidad de manera sincera y reafirmante y si en alguna ocasión puedes hacerlo en público, los efectos se verán aumentados. Por no decir que tu liderazgo se verá reconocido.
Gran parte de la infelicidad se debe al hecho de tomar demasiado en serio a nuestro pensamiento interior. Ése que cuando no somos conscientes de ello, nos manipula y nos dirige en muchas ocasiones hacia situaciones pesimistas.
Pero ¿Qué sucede cuando alguien nos cambia nuestra propia actitud simplemente porque nos recuerda alguno de esos atributos que no veíamos en nosotros mismos?
La confianza despega, la motivación nos propulsa y la curva de nuestro rendimiento se vuelve vertical.
La falta de elogios no facilita el trabajo. En muchas ocasiones el mejor trabajo pasa por el reconocimiento. Los elogios nos hacen más fuertes. Llenan el depósito con la gasolina de mayor octanaje posible. Cuando elogiamos a alguien habrá muchas probabilidades de que esa persona confirme nuestras palabras con la oportuna actitud.
Toda persona tiene sus propios logros y muchos de ellos han tenido su base en el apoyo de otras personas que creyeron en ellas y en la atribución de cualidades que no vieron en ellas. Como dijo Robert McNamara:
“El cerebro es como el corazón, va a donde se siente apreciado”.
Cualquier encuesta sobre satisfacción en el trabajo, pone a la falta de reconocimiento, como uno de los 5 causas principales de insatisfacción en el trabajo. En cambio, su práctica servirá para producir mayor confianza.
¿Cómo podemos aumentar de manera sencilla el rendimiento de las personas y por ende, las posibilidades de un equipo o una compañía?
“He descubierto que la mejor manera de hacer que alguien adquiera una virtud, es atribuírsela” – Winston Churchill
Es fácil, no cuesta y produce grandes satisfacciones. Me pregunto
¿A quien podrías ofrecer algo a lo que aspirar? y ¿qué podrás ofrecerle?
Verás, ayudo a profesionales a trabajar menos
(o a trabajar mejor, según se mire)
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